Arrancamos nuestro ordenador con Windows 10 o con Windows 11 y al cabo de unos instantes comienza a darnos problemas. Utilizamos una aplicación para localizar malware, borramos todo lo que se guarda de forma temporal y escaneamos el disco duro con el fin de comprobar si detectamos algún fallo. Pero nada, todo sigue igual, siguen mostrándose errores y no sabemos lo que pasa. ¿Qué podemos hacer?
En ocasiones sólo hay una solución, llevar a cabo una reinstalación o recuperación del sistema, siempre que dispongamos de todos los elementos necesarios. A veces la medida aún es más tajante, hay que formatear el equipo, después de haber guardado los archivos importantes en una unidad externa o en la nube, y volver a instalarlo todo de nuevo.
Pero antes de tomar alguna de las medidas anteriores debemos probar con realizar un inicio limpio de Windows. Con ello podremos averiguar en dónde radica el fallo o fallos y proceder a su solución. Con el inicio limpio solo se cargan los elementos necesarios para que funcione el sistema, ya que solamente lo hacen los controladores y los servicios de uso obligado. Así, como hemos indicado, podremos saber si la causante de los fallos es una aplicación, que acabamos de instalar o de actualizar.
Proceso a seguir para el inicio limpio
Para iniciar el equipo, si posees más de una cuenta de arranque, debemos utilizar la que está fijada como propia del administrador del sistema. Para proceder al inicio limpio debemos hacer lo siguiente:
- Con el equipo en funcionamiento debemos pulsar conjuntamente las teclas Windows + R.
- Escribimos, en la ventana que se abre, msconfig y pulsamos sobre Aceptar.
- Buscamos Configuración del sistema. En la pestaña Servicios desactivamos todo lo que está marcado.
- En la pestaña Inicio del cuadro de diálogo Configuración del sistema, pulsamos en Abrir el Administrador de tareas.
- En la pestaña Inicio del Administrador de tareas, seleccionamos cada elemento de inicio y pulsamos en el botón Desactivar.
- Cerramos el Administrador de tareas.
- En la pestaña Inicio del cuadro de diálogo Configuración del sistema, pulsamos sobre Aceptar y, a continuación, reiniciamos el ordenador.
Si al reiniciar el sistema todo funciona perfectamente, entonces podremos afirmar que el fallo radica en una aplicación o programa de terceros. Si no es así, si sigue causando fallos, entonces estos radican en alguno de los elementos propios del sistema, los que son necesarios para que éste funcione correctamente.
Recuperación de Windows
En el segundo caso, la mejor solución posible a los fallos es proceder a una restauración o recuperación del sistema. Para ello recomendamos hacer lo que nos dice Microsoft en Opciones de recuperación Windows.
Desinstalar aplicación o aplicaciones
Si el fallo está centrado en una, o más de una, aplicación habrá que averiguar cuál es y proceder a su desinstalación. Para averiguar cual es la causante lo mejor es abrir el Administrador de Tareas y proceder a ir desactivando una a una las aplicaciones y comprobando en cada caso si el sistema funciona bien o mal. De esta forma podremos averiguar cual es la aplicación o aplicaciones que causan problemas. Tras averiguarlo hay que hacer lo dicho, desinstalarla.